sábado, 24 de julio de 2010

MitOs, muslOs y caderas

Una moneda se elevó y se elevó, del divino al cielo
Y al caer, elegiste ser mujer.
Sí el primero fue una bestia
Tú tenías que ser hermosa
Sí el primero era un salvaje
Tú tenías que ser preciosa
Ángeles y arcángeles se mostraron en celo.
Tu pecado, ser tentación, ser efímero velo

El cielo lloró tu partida
Llegaste en aires de primavera.
Lágrimas de nubes lavaron la tierra: tu hogar.
Tu corazón, manzana de amor
Como una colibrí: alegre, inquieta;
sexualmente traviesa, coqueta.

Ardiste los campos en fuego al avanzar
Todas las aves sintieron tu estar,
Volaron cantando, alborotando tus perfumados cabellos.
Te cubriste de cueros lisos, ceñidos a tu frágil, fértil figura
de nomos y duendes te fue obsequiada
Tal vestidura,

Así como calzados de taco y punta a cambio de un beso,
un mimo.
Sus encantos, un delirio, un magnífico verso

Sus sueños, impuras fantasías.
Excitados, embriagados en ansias
no les quedó más que Deleitarse
Empuñar sus lanzas
con sus febriles miradas tras tu caminar.

Caderas y muslos
por la noche oscura se deslizaron desnudos;
Se asomaron tiernamente en silencio rumbo a una triste fogata, a su encuentro con la pasión.
Allí estaba él, solitario, viendo las estrellas, esperando una razón.

Aquella silueta, aquella dulce escultura
Se hizo dueña de su bravura
Y su soledad, su infierno se iluminó de felicidad.
La tomo de las caderas, con firmeza e intensidad
y la hizo eternamente suya.

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